“¿Quiénes somos? ¡Estudiantes! ¿Qué queremos? ¡Libertad!”, corearon los jóvenes al festejar la hecatombe del presidente que durante seis meses quiso desprestigiarlos llamándoles “hijos de mamá” y “lacayos del imperio”. Chávez quizá entendió en la madrugada de ayer que cada insulto que dirigió al movimiento más hermoso que ha surgido en Venezuela en las últimas décadas suponía mayor desprestigio para él.
Los estudiantes tenían motivos para festejar su victoria. Los jóvenes que imprimieron a los venezolanos un renovado espíritu de lucha y esperanza en el futuro. Y se convirtieron en la conciencia moral de un país desmoralizado, sin dirigentes, sometido a los caprichos de un caudillo que pretendía gobernar como si Venezuela fuera un cuartel.
“Hoy se cierra un capítulo en la historia de Venezuela y comienza una nueva etapa. El 2 de diciembre será recordado como el día en que los venezolanos reafirmamos los valores democráticos y de libertad, así como nuestra voluntad de vivir en paz, alejando al país del umbral de una dictadura”
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