1. De haber elecciones libres y transparentes, la oposición venezolana arrasaría en casi todas las gobernaciones y alcaldías en los comicios del 23 de noviembre; porque Chávez ya no cuenta con respaldo popular; se mantiene en el poder mediante la compra de conciencias, la propaganda, y el terror.
2. El 23N Chávez cometerá -como lo ha venido haciendo desde hace años- un fraude masivo. Sin embargo, reconocerá el triunfo de la oposición en algunas regiones, para dar apariencia de pulcritud en los comicios y para aparentar que en Venezuela todavía existe una democracia.
3. Exceptuando algunos candidatos, los líderes de oposición no querrán defender los verdaderos resultados; y al cabo de pocos días, llamarán a la gente a prepararse para las elecciones parlamentarias. Únicamente las protestas de calle podrían forzar al Gobierno a respetar la voluntad popular.
4. Que conste: no estoy llamando a la abstención; pero votar no sirve de nada, si la gente no está dispuesta a defender su voto en la calle, una vez se materialice el fraude.
5. En Venezuela no hay -ni habrá- salida electoral a la crisis. El 2 de diciembre de 2008, los venezolanos derrotaron la reforma constitucional, pero no porque haya habido un triunfo en el referendo (que sí lo hubo), sino porque el pueblo estaba dispuesto a salir a la calle a defender su voto, y las Fuerzas Armadas se negaban a reprimirlo.
6. La única forma de lograr un cambio de gobierno en nuestro país es a través de la aplicación del Artículo 350 de la Constitución, que legitima la desobediencia civil y militar. Mientras la sociedad venezolana no acepte esa realidad, Chávez seguirá en el poder indefinidamente.
7. Los actuales dirigentes de oposición no están capacitados para guiar al país durante la crisis que se avecina. Hace falta una nueva camada de líderes, cuya prioridad sea la patria, y no el partido, ni el cargo público.
8. Estas reflexiones no son agradables, pero considero mi deber expresarlas públicamente, porque alguien debe decirle la verdad a los venezolanos, aunque no deseen escucharla.
9. El colapso del precio del petróleo marca el fin del gobierno de Chávez y de su proyecto continental, pero eso no significa que debamos abandonar la lucha; todo lo contrario, hay que arreciar los esfuerzos para recuperar la libertad y la democracia.
10. El modelo chavista es contrario a la identidad y a los intereses del pueblo venezolano. Es imposible que prevalezca en el tiempo. Por eso, debemos mantener el optimismo y la esperanza.
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