lunes, 14 de septiembre de 2009

"Los museos venezolanos no existen"

Sandra Pinardi, jefa del Departamento de Filosofía de la Universidad Simón Bolívar, lo advierte: tendrá un verbo drástico al hablar. Incluso se disculpa. Pero no se puede callar. Ella sabe por qué algunos creen que la cultura es peligrosa: reflexionar, proponer, pensar, exponer es un peligro ideológico para cualquier gobierno.

"La cultura es peligrosa porque te haces preguntas, te propones problemas, te empuja a la reflexión. Por eso, evidentemente, dejar que un curador haga una reflexión acerca de la producción plástica venezolana, por ejemplo, o que un artista realice un planteamiento independiente, no conviene. Por eso hay silencio", afirma quien fuera profesora del Instituto Universitario Armando Reverón.

-¿Qué tipo de gobierno es capaz de silenciar la cultura de un país?

-Históricamente los gobiernos que han silenciado dramáticamente la cultura son los que sienten que pensar, reflexionar, indagar o preguntar es un peligro. Probablemente los gobierno autocráticos, autoritarios. O los gobiernos muy fuertes, con muchas pretensiones autoritarias o gobiernos muy débiles que se sienten constantemente amenazados. En todo caso, no sería un gobierno de inclusión. Siento que a cualquier gobierno le encantaría silenciar un poco la cultura.

-¿Cómo definiría a los museos venezolanos?

-Creo que los museos venezolanos hoy en día no existen. ¡No existen! Un museo no es un edificio ni un conjunto de asignaciones presupuestarias. Tampoco es un grupo de personas que van todos los días a cumplir una función. Especialmente en Venezuela, el museo ha sido y fue una institución generadora de expresiones artísticas. Era un espacio vivo, que sí tuvieron miles de defectos. Pero ellos se convirtieron en los espacios de producción cultural. Si lo miras en este sentido, sabes que no hay museos hoy en día. No tienen ningún tipo de proposición para la cultura del país. Son lugares sumamente muertos.

-¿Un museo puede ser socialista?

-Toda acción tiene tendencia política. En este sentido, una despolitización de los museos me parece... ingenua. Me parece también ingenuo pensar que un museo puede ser elitesco, oligarca, socialista o autocrático. Son instituciones que albergan políticas culturales. Las políticas pueden ser socialistas o no, pero los museos no. Por eso creo que el gran problema del Ministerio de la Cultura y de la Fundación Museos Nacionales es esa inmensa ingenuidad con la cual han planteado los problemas culturales del país. También tienen un problema con el planteamiento de la identidad, que quizás sea el único elemento que se puede entender de la política cultural venezolana. Pero la identidad se afirma recuperando la memoria, la historia, haciendo énfasis en la pluralidad, la diversidad. Ellos no han logrado producir nada, porque son inmensamente reductivos, ideológicos, excluyentes.

-¿Pero una de las banderas culturales es la inclusión?

-La bandera tiene que ver con deudas, más que con inclusión. La bandera es: los que no han tenido voz deberían de tenerla. El problema es que la realización ha sido un silenciamiento, porque no tienen voz ni unos ni otros. Hay mucho resentimiento, mucho qué cobrar. Creo que los museos han sido tan importantes para eso que los han acallado, silenciado y convertido en una ruina. Los museos no están arruinados porque en el Alejandro Otero no funciona el ascensor o porque en el de Arte Contemporáneo se inundaron las bóvedas. Está arruinado básicamente porque no existen.

-¿Eso es sinónimo de destrucción, de silencio? si antes entrabas a los museos ¿ahora no vas a entrar?

-No es que no te quieran dejar entrar, es que te voy a obligar a ver lo que yo quiero que veas. El problema es la destrucción. Se han destruido las instituciones en general. Creo que ese fue el gran impulso inicial de todo el problema chavista: deshacer para rehacer. Lo que pasa es que no pudieron pasar de deshacer, porque no tenían ningún proyecto.

-¿Esa destrucción que buscó construir se debe a que los museos eran elitescos?

-Los museos en algún sentido, por definición, son elitescos. Están allí para resguardar de alguna manera los objetos emblemáticos producidos por la cultura en un área específica. Al contrario de lo que uno pudiera pensar, el museo venezolano no es un museo típico. Especialmente en los últimos años, en la Cuarta República, no se dedicaban a la memoria, ni al resguardo. Eran museos dedicados a la producción, en ese sentido, fue muy poco elitesco. Si ves la cantidad de jóvenes, de escuelas, de proyectos iniciales de cosas no consolidadas que se presentaban eso dice que no era elitesco. Eso no quiere decir que todos pudieran exponer allí. Hay selecciones, curadores. Pero la destrucción de los museos no viene por eso. Viene, primero, por la inmensa ineficiencia de los directores, que no sabían ni siquiera qué hacer. Segundo, por una gran dosis de malestar y resentimiento. Tercero, en toda la política cultural venezolana, en los últimos 10 años, hubo una anulación de las artes plásticas, en un sentido político. Cuarto, el pensamiento rural de confundir popular con tradicional. Es una dualidad falsificada, ideológica y que en el fondo ha destrozado la cultura. Quinto, la política cultural revolucionaria de Venezuela es absolutamente colonialista. Reinscribe los principios fundamentales del colonialismo: existe una cultura popular y otra elitesca; o que la identidad nacional tiene que ser con los aborígenes. En este sentido la destrucción no ha sido sólo de la institución sino también de la cultura del país.

-¿Cómo afectó a los museos la creación de la Fundación Museos Nacionales?

-¡Los mató, los mató, los mató! No sabría las razones. Pero la centralización y la burocracia, lo arruinó todo. Creo que a las personas que les encargaron la Fundación fueron incapaces de llevarlo acabo. A lo mejor como idea pudo haber sido posible. Pero era mejor su autonomía. ¿Porque en el fondo qué hace la Fundación Museos Nacionales? Anula cualquier posibilidad de proyecto, investigación e ideas. Lo que ha hecho es ejercer un poder ideológico y no gerencial.

-¿Con qué comparan hoy en día a los museos venezolanos?

-No tengo idea. Creo que con nada. Un museo venezolano en estos momentos no es un museo. No es un edificio, no es una nómina del personal. Es un conjunto de eventos de acciones, de hechos. Y en ese ámbito, ni el Alejandro Otero, ni el de Arte Contemporáneo ni la Galería de Arte Nacional son un museo actualmente. Sí son unos espacios de exhibición, por decirlo de alguna manera, de algunas obras que pertenecen a la colección.

-Los museos eran las escuelas de artistas, curadores, investigadores. ¿Dónde se formará la generación de relevo?

-¡Esa escuela la recuperaremos! A mí me parece dramático que en estos momentos la situación de los museos sea así. La red de museos es una ruina y eso inquieta. Lo terrible es que la Fundación haya sido tan absolutamente ineficiente como para ser capaz de desarmar la red de museos nacionales.

-No solamente no se realizan exposiciones, sino que hasta la infraestructura está pasando factura también...

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